lunes, 3 de diciembre de 2012

El ancho de Angostura

Muchos en Ecuador se escandalizaron cuando el presidente Uribe dio a entender que si hubiese informado al Gobierno ecuatoriano de su plan de desbaratar el campamento que Reyes tenía instalado en el Ecuador, lo más probable es que el propio Reyes se hubiese enterado casi de inmediato y que por lo tanto el operativo habría fracasado.

Los últimos acontecimientos, sin embargo, han terminado por confirmar los temores de Uribe. Uno de los más altos dirigentes del partido de Gobierno, en un gobierno que se caracteriza por ser gobernado por un partido; alguien que se desempeñó (nada menos) como asesor del Ministro de la Seguridad Interna; alguien que llegó incluso a ejercer la Subsecretaría de Gobierno, resulta ahora que se jacta desafiante de haber sido amigo del propio Reyes, un hombre buscado por la justicia de un país hermano por haber asesinado a miles de niños, hombres, mujeres, campesinos, y por defender las operaciones del narcotráfico, y como si esto no fuese suficiente, también nos ha revelado que fue amigo de otro narcotraficante, que es ecuatoriano.

La defensa judicial de este personaje ya se la han delineado desde la cima del poder. Basta que diga que sus reuniones con Reyes tenían fines ‘humanitarios’ o sociológicos (como la señorita Morett); que ya se había reunido con él desde antes de ser parte del presente Gobierno y –lo más importante– que diga que los encuentros tuvieron lugar en Colombia, aunque sea a cien metros de nuestra frontera, pero siempre en Colombia, nunca en Ecuador. (Es decir, nos tenemos que creer que Reyes –a quien lo visitó dos días antes del ataque– dejaba Angostura e iba hasta Colombia para entrevistarse con él...). Y deberá, obviamente, añadir que nadie en el Gobierno conocía de todo esto.

Y eso es todo. Con esto el Gran Hermano lo declarará inocente, dirá que es perseguido político, víctima de la partidocracia, de los banqueros, de la prensa, la DEA, la CIA, el Imperio, la Embajada y, por supuesto, de George W. Bush (quién sabe, quizás tampoco se ha enterado de que ya se fue…).

Se nos ha dicho que ser amigos de narcotraficantes no es delito. El problema es que se trata de un líder político, un funcionario, y se espera que nuestros dirigentes no tengan estos vínculos. Es difícil creer –y así al parecer lo piensa la Fiscalía– que quienes se dedican al narcotráfico (como Reyes y Ostaiza) sean modelos ciceronianos de amistad.

Meses atrás, las Fuerzas Armadas fueron públicamente acusadas de traición a la patria. Se las acusó de no ser leales al Estado ecuatoriano sino de estar al servicio de intereses extranjeros. (Jamás hubo prueba alguna y nunca una disculpa pública). Ahora al fiscal que lleva el caso se lo acusa de estar ‘vinculado’ con la DEA. Es decir, hoy resulta que tener vínculos con narcotraficantes no es un delito, pero colaborar con la DEA en la lucha contra el narcotráfico sí lo es.

¿Sabremos algún día el real ancho de Angostura?
http://www.eluniverso.com/2009/02/10/1/1363/527702298968480894E8E1FE02B0039B.html

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